MIGUEL BERNAT ARMIÑO, CASTELLONENSE, INTERNACIONAL CON ESPAÑA EN BALONMANO ONCE

Conocí a Miguel Bernat mientras recopilaba datos para mi Historia del Balonmano de la Comunidad Valenciana. Corría 2010, día de San José. Amigos desde siempre, me encaminó hacia él Salvador Bellés, mi suegro. Bernat tenía un hueco reservado en esa Historia del Balonmano. Lo descubrí gracias a la escritura del libro. De repente, un desconocido sobre quien yo escribía, emergía de su página para dialogar conmigo frente a frente. Miguel Bernat Armiño había nacido en Castellón en 1929. Se inició en el balonmano del Frente de Juventudes de su ciudad y con este equipo se proclamó campeón de España en 1952. Hablamos de la modalidad a once, que se jugaba al aire libre, en campos de fútbol. Bernat era rápido. Su brazo poseía un lanzamiento duro y fugaz, sorpresivo, que le permitía anotar muchos goles. Simultaneó la práctica activa como jugador con la de entrenador del equipo femenino del F. J. También formó parte de la Selección Levantina, integrada por jugadores de València y Castellón, que se enfrentó al Sportsektion Pafadi de Zurich, en la capital del Túria. Pero su gran momento le llegó ese mismo año, cuando el seleccionador nacional, el alemán Hans Keiter, lo llevó a la Selección Española con la que disputó el Campeonato del Mundo en Suiza. En la aventura mundialista le acompañó otro castellonense, Salvador Blanch. Ambos fueron los únicos jugadores de la Comunidad Valenciana que participaron en dicho campeonato mundial. La Federación Autonómica de Balonmano reconoció sus méritos y sus internacionalidades en la Gala Anual, celebrada en el mes de julio de 2016, en el Auditori de Torrent, con la entrega, por parte del presidente Arturo Tejedor, de la medalla de plata y de una mención conmemorativa.

En aquella mañana de San José de 2010 y en su domicilio de Huerto Sogueros, Miguel Bernat puso a mi disposición fotografías, recortes de prensa y, lo más importante, sus generosos recuerdos y la humanidad que atesoraba. A lo largo de casi tres horas, me contó que, por motivos laborales, había residido algunos años en Francia, Bélgica y Alemania. Por ello hablaba francés y alemán, castellano y valenciano. Había practicado deporte desde muy pequeño: atletismo (velocidad y jabalina), tenis (presidente y fundador del Club de Tenis Castellón), golf, caza, y la conducción de vehículos deportivos clásicos (lo hizo hasta los 90 años). Profesionalmente, se dedicó a la exportación de cítricos con su empresa familiar y, como delegado de Comercio, le concedieron la medalla al Mérito Civil, tras conseguir mejoras laborales y facilitar el establecimiento de empresas españolas en el extranjero. En la década de los 70, Miguel decidió regresar definitivamente con su familia a Castellón, donde trabajó en promociones inmobiliarias e industriales. Y allí le sobrevino su fallecimiento, el pasado 21 de junio de 2025.

Miguel, allá donde ahora te encuentres, tus ojos brillarán otra vez con esa luz tan especial, como lo hacían mientras recordabas tus vivencias en el balonmano y tu experiencia suiza, junto a Comamala, Miracle, Moreno, Blanch, Julià, Aguirre, Casellas y demás internacionales. Descansa en paz.  

Herme Cerezo